JULIO MIRAVALLS
El rover Curiosity llegó a Marte en agosto de 2012, con la misión de analizar las condiciones ambientales y la radiación durante 686 días terrestres (un año marciano). Lleva allí casi seis años y medio marcianos.
Cuando despegó desde Cabo Cañaveral, nueve meses antes, la NASA nos enseñó a quienes tuvimos ocasión de asistir sus impresionantes ruedas, preparadas para las más impensables vicisitudes en un entorno virtualmente desconocido. Del cráter Gale sólo había fotos desde la órbita.
Otro detalle destacado, no lo mostraron por motivos obvios, es su corazón nuclear. Una pila atómica, alimentada por dióxido de plutonio (se lo tuvieron que comprar a los rusos), con energía para 14 años. Podrían ser más. Pero quizás las ruedas no den para tanto.
El explorador robótico ha realizado un espléndido recorrido, pasito a pasito, de 29,8 kilómetros, entre pedregales y arenas recalentadas. Ayer publicó en su cuenta de Twitter (perdón, X) el penoso aspecto que presentan sus ruedas. Y no lleva la de repuesto.
Dice que puede seguir la tarea. Si lo pilla la Guardia Civil, desde luego, lo inmoviliza ipso-facto.
El tipo de ruedas que lleva Curiosity, mostradas por NASA en la jornada previa al lanzamiento en Cabo Cañaveral. /JM